Como hemos visto hoy en día, el desempeño de cualquier rol profesional exige conocer y dominar junto a capacidades conceptuales y técnicas, un conjunto de habilidades sociales (HH.SS.), que permitan al profesional crear una relación eficaz y satisfactoria con los demás: sus compañeros y clientes usuarios.
Sin embargo, el aprendizaje de estas habilidades sociales es desigual, pues aunque las capacidades conceptuales y técnicas suelen formar parte de cualquier currículum académico, las HH.SS. se suelen adquirir con la experiencia profesional, incluso hay quien piensa que estas se desarrollan en función de características personales, es decir, que la capacidad para establecer y mantener relaciones y comunicaciones eficaces con los demás sólo la poseen aquellas personas que por naturaleza son simpáticas, agradables, tienen buen humor, etc. por lo que su aprendizaje, con frecuencia, se deja en manos del azar o de la idiosincrasia personal (León y Medina, 1991; Citados en Gil y León, 1993).